Es posible que los receptores del gusto no parezcan muy misteriosos: están en las células de las papilas gustativas que se encuentran principalmente en la lengua, la boca y la garganta. Cuando se unen a las moléculas de los alimentos, nos alertan de diferentes tipos de sabores, como dulce, salado o ácido.
Hasta aquí, todo normal. Pero el descubrimiento de los receptores del gusto en los testículos causa revuelo. Por supuesto, TikTok se ve inundado posteriormente de personas que intentan probar cosas con sus regiones inferiores.
La primera señal de que algo extraño estaba sucediendo llegó en 1996, cuando los investigadores descubrieron evidencia de receptores gustativos en los intestinos de ratas. Estudios posteriores revelaron que los receptores de sabor dulce, umami y amargo están presentes en el tracto gastrointestinal de roedores y humanos.
La revista Molecular Human Reproduction señalaba que estos diminutos órganos no solo se encuentran en la lengua, sino en más zonas del cuerpo, como los testículos. Coinciden también otros trabajos publicados en PNAS e International Journal of Molecular Sciences.
Los receptores de la lengua no tienen la misma función que los de los testículos
Hay diferencias entre los receptores del gusto de la lengua y los de los testículos: los primeros responden a los gustos y nos dan pistas para decidir si la comida es o no comestible; los segundos, por su parte, parecen responder a determinadas sustancias químicas con el objetivo de regular la producción de esperma y testosterona.
Eso fue un poco sorprendente, pero no debería parecer demasiado extraño, dice George Kyriazis en la Universidad Estatal de Ohio, “porque la boca y la lengua forman parte del tracto gastrointestinal”.
“A veces la evolución hace que las cosas que son similares o iguales terminen desempeñando diferentes funciones”, explicaba en Twitter Emma Beckett, experta en alimentación y nutrición de la Universidad de Newcastle (Australia). De hecho, el propio estudio de Molecular Human Reproduction señalaba que “la función de estos receptores en muchos tejidos sigue sin estar clara”.
Ana María Autrán, uróloga y miembro Confederacion Americana de Urología (CAU), explica que el escroto está formado por seis capas (túnica vaginal del testículo, túnica fibrosa, músculo cremáster, fascia de Cooper, el dartos y la piel, la más externa). “Los receptores se encuentran en el interior del testículo, es decir, aunque fueran capaces de interpretar sabores, primero tendrían que atravesar estas seis capas”. Como señalaba la web IFLScience, intentar este reto “sería como intentar probar la salsa de soja frotándola en la parte exterior de la mejilla”.