Muchas personas ven el estrés como algo inherentemente malo. Sin embargo, el estrés es una reacción natural y muy valiosa del cuerpo.
Cuando percibimos una situación amenazante, nuestro cuerpo se pone en alerta máxima. “La respuesta se desencadena en el cerebro”, asegura el doctor Ralf Suhr, presidente de la Fundación de Alfabetización para la Salud, con sede en Berlín, Alemania, un grupo sin fines de lucro destinado a permitir que las personas tomen decisiones informadas sobre la salud.
Los mensajeros químicos llamados hormonas del estrés, por ejemplo, la noradrenalina, la adrenalina y el cortisol, se liberan en el torrente sanguíneo. Las reservas de energía se movilizan y nos volvemos más alertas y capaces de reaccionar más rápido. Este modo de “luchar-huir-o-congelarse” era vital para nuestros antepasados prehistóricos cuando, por ejemplo, de repente se enfrentaban a un animal peligroso.
Factores estresantes cotidianos
Hoy, sin embargo, rara vez se produce un encuentro con un oso salvaje o similar, lo que desencadena una respuesta de estrés. Más bien, se trata de factores estresantes cotidianos, como un jefe exigente, problemas familiares o financieros, presión de tiempo constante o sobrecarga sensorial en nuestro mundo acelerado e interconectado digitalmente.
Pueden causar estrés crónico, dejando al cuerpo pocas oportunidades de volver a un estado normal y relajado y, por lo tanto, fomentando procesos bioquímicos que pueden conducir a enfermedades.
“Sin embargo, los estudios no han demostrado definitivamente una conexión directa entre el estrés y ciertas enfermedades”, afirma Suhr.
En la práctica, varias enfermedades están relacionadas con el estrés crónico, que puede suprimir el sistema inmunológico y hacerte más susceptible a las infecciones. Además, las personas estresadas a menudo desarrollan comportamientos poco saludables, por ejemplo, dormir muy poco, fumar o comer de manera apresurada o poco saludable.
Cómo el estrés puede afectar áreas particulares del cuerpo:
- Tracto gastrointestinal: el estrés puede provocar indigestión, incluso de alimentos que normalmente se toleran bien y “esto hace que muchas personas sean propensas a la diarrea”, dice el psiquiatra e investigador del estrés, el Dr. Mazda Adli, médico jefe de la Clínica Fliedner de Berlín y jefe de la división de investigación de trastornos afectivos del hospital universitario Charité. El estrés crónico también puede hacer que los intestinos se vuelvan lentos, reducir el apetito, causar acidez estomacal y provocar el síndrome del intestino irritable, según Adli.
- Sistema cardiovascular. El estrés agudo aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial. El estrés crónico puede provocar afecciones médicas como la hipertensión arterial crónica. “Las arritmias cardíacas [latidos cardíacos irregulares] también son posibles”, dice Adli. El estrés crónico también es un factor de riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, un riesgo que se ve exacerbado por comportamientos poco saludables como fumar.
- Musculatura. El estrés puede provocar tensión muscular. Los músculos del cuello pueden tensarse tanto que apenas se puede girar la cabeza. El dolor de espalda también puede ocurrir. Todo esto podría conducir a una distribución desigual del peso en su sistema musculoesquelético, con posibles consecuencias dolorosas como hernia de disco intervertebral o lumbago.
- Metabolismo. Se cree que el estrés es un posible contribuyente a los trastornos metabólicos como la diabetes tipo 2 y los niveles altos de colesterol. “Debido a que se siente amenazado, un cuerpo bajo estrés moviliza más reservas de energía, tanto de azúcar como de grasa”, explica Adli. “Al mismo tiempo, las hormonas del estrés promueven la resistencia a la insulina”, aumentando los niveles de azúcar en la sangre. Además, la hormona del estrés, el cortisol, hace que el cuerpo reponga constantemente sus reservas de azúcar y grasa, lo que puede hacer que el cuerpo disponga de más energía de la que acaba necesitando. El azúcar y la grasa adicionales pueden contribuir a la acumulación de grasa abdominal dañina, constreñir el flujo sanguíneo, tensar los vasos sanguíneos y fomentar los trastornos metabólicos.
- Psique. “El cerebro, y por extensión la psique, reaccionan de manera muy sensible al estrés crónico”, dice Adli. El estado de alerta constante conduce a enfermedades mentales: “La complicación psicológica más conocida del estrés es la depresión”, dice Adli. El aumento de la liberación de cortisol en el torrente sanguíneo también puede tener efectos adversos en la concentración, y el estrés constante puede causar problemas de memoria. Dado que el estrés suele ir acompañado de ansiedad, puede precipitar la ansiedad y los ataques de pánico a medio y largo plazo.
Cómo combatir el estrés
Una buena manera de comenzar es asegurarse de tomar descansos regulares de recuperación durante el día. Podrían incluir breves ejercicios de atención plena, como concentrarse en la respiración. La actividad física regular también ayuda.
Para un alivio duradero del estrés, es importante cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento que promueven el estrés, siendo el perfeccionismo uno de ellos. Cultivar amistades y dedicarse a un pasatiempo también son beneficiosos.
“Todas estas cosas no solo conducen a la relajación mental y las emociones positivas, sino que también contrarrestan directamente el estado constante de alerta biológica de su cuerpo”, cierra.