La demencia es una importante prioridad de salud pública. La prevalencia global indica que más de 55 millones de personas en todo el mundo viven con demencia, y las proyecciones muestran que esta cifra llegará a 140 millones para 2050. Según el informe de 2020 de la Comisión Lancet, hasta el 40 % de los casos de demencia son atribuibles a factores de riesgo modificables.
Teniendo en cuenta la actual falta de medicamentos que puedan prevenir o revertir eficazmente el deterioro cognitivo, es fundamental identificar factores de riesgo modificables para el deterioro cognitivo.
Ahora, dos estudios diferentes, ambos publicados en JNHA, The journal of nutrition, health & aging, ponen de manifiesto conclusiones clave en torno el tamaño y fuerza muscular. Uno a cargo de especialistas de la Universidad de Kobe en Japón, y otro realizado por profesionales de la Universidad Chang Gung de Taiwán.
En ambos casos los científicos ponen el acento en la sarcopenia, una afección caracterizada por una pérdida progresiva y generalizada de masa y función muscular. Los estudios epidemiológicos sugieren que esta afección puede afectar aproximadamente al 13% de los adultos de 65 años o más, y es sustancialmente más prevalente en personas mayores de 75 años y adultos mayores institucionalizados. Se asocia con un mayor riesgo de morbilidad, deterioro funcional y mortalidad.
Es relevante que se asocie con el deterioro cognitivo, por lo que los marcadores de sarcopenia, como la fuerza de agarre débil y la velocidad de marcha lenta, son predictores de la función cognitiva y la demencia.
Los supuestos mecanismos biológicos por los cuales la sarcopenia se asocia con el deterioro cognitivo no se comprenden completamente. El músculo esquelético es reconocido como un órgano endocrino importante que libera miocinas cuando se contrae. Desempeñan un papel importante en la fisiología y regulación de múltiples órganos, incluido el tejido cerebral.
La pérdida de masa y función muscular, como la debilidad y el deterioro de la movilidad también se asocia con niveles más altos de estrés inflamatorio y oxidativo, y problemas vasculares, cada uno de los cuales está asociado con el deterioro cognitivo. La movilidad reducida debido a la sarcopenia puede contribuir potencialmente a debilitar los niveles de actividad física y la participación social, ambos factores de riesgo importantes para el deterioro cognitivo.
Conclusiones clave
Los dos estudios muestran la sarcopenia como un marcador de deterioro cognitivo y demencia. En primer lugar, Uchida y sus colegas de Japón examinaron las asociaciones longitudinales de las medidas de composición corporal relacionadas con el rendimiento cognitivo entre 515 adultos mayores que viven en la comunidad utilizando datos del Estudio Longitudinal del Envejecimiento realizado por el Instituto Nacional Japonés de Ciencias de la Longevidad.
Encontraron diferencias de sexo en la relación entre los cambios en la composición corporal y los cambios en la función cognitiva durante un período de 4 años. Específicamente, los hombres que exhibieron mayores disminuciones en la masa muscular durante ese tiempo experimentaron reducciones significativamente mayores en la función cognitiva global en comparación con sus pares masculinos con masa mantenida. Esta asociación no se observó entre las mujeres.
El segundo artículo de Chia-Lin Li y sus colegas de Taiwán examinó las asociaciones de sarcopenia utilizando el cuestionario SARC-F (una herramienta de detección establecida para identificar a las personas en riesgo de sufrir deterioro muscular) o quejas subjetivas de memoria con la incidencia de demencia durante un seguimiento de 3 años, utilizando datos de una cohorte poblacional de 2163 adultos mayores sin deterioro cognitivo de su país.
En el análisis ajustado, en comparación con los participantes sin sarcopenia o signos de quejas subjetivas de memoria, aquellos con la dolencia tenían un riesgo 2,4 veces mayor de sufrir demencia. Los participantes con reducción muscular y problemas de memoria subjetiva tenían un riesgo 2,49 veces importante de deterioro cognitivo.
Quedan varias lagunas y preguntas clave sobre cómo la salud muscular afecta la salud cognitiva. En primer lugar, se necesitan períodos de seguimiento más prolongados para determinar el curso temporal mediante el cual la sarcopenia puede afectar la salud cognitiva. En segundo lugar, la evidencia parece inclinarse hacia que la fuerza sea más crítica que la masa muscular en relación con la salud cognitiva. Se necesitan estudios futuros para dilucidar estas posibles relaciones.
“Nuestros resultados -explica Chia-Lin Li, especialista del Departamento de Gestión de la Atención Médica de la Facultad de Gestión perteneciente a la Universidad Chang Gung-, indican que la sarcopenia detectada con SARC-F y SMC predice de forma independiente los adultos mayores sin deterioro cognitivo en riesgo de sufrir demencia. Nuestros hallazgos resaltan la importancia de detectar no solo los déficits cognitivos sino también los musculares para identificar a aquellos con mayor riesgo de sufrir demencia”.
Por su parte, K. Uchida del Departamento de Ciencias de la Prevención y la Atención de la Universidad de Kobe, en Japón, afirmó que “la disminución de la masa magra y muscular se asocia con deterioros cognitivos más rápidos en los hombres. Estos resultados sugieren la importancia de un seguimiento continuo para prevenir el deterioro cognitivo en la vejez”.