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Bienestar

Los logros invisibles, los que no se pueden “contar”

¿Qué experiencias inesperadas pudimos resolver, sin saber cómo lo íbamos a hacer? ¿Qué pesos innecesarios ya no sostenemos? ¿Qué culpa nos dejó de atormentar?

“Ahora me siento más fuerte. Ya no tengo dudas. Sé que puedo contar conmigo”.”Me animé a tener esa conversación pendiente y de alguna forma hubo una reconciliación”. “Recuperé la paz “. “Volví a terapia. Necesitaba resolver algo que me pesaba demasiado. Estoy lista para el próximo paso sea el que sea”.“Me hice más tiempo para compartir con mis amigos”. “Estuve donde lo sentí”. “Me retiré de dónde ya no había lugar”.”Sostuve el compromiso de cuidarme mejor”. “Ya no siento tanta culpa cada vez que digo que no”. ¿Qué otros logros invisibles sucedieron este año?

Un cierre de ciclo nos encuentra otra vez y por convención, o por convicción, repasamos el año que se termina y tratamos de ver, en perspectiva, de qué se trató.

Algunos hacen su aparición habitual de la queja de fin de año, del esfuerzo, del cansancio, del “quiero que se termine ya”. También es válido. Fue un tiempo exigido y algo de catarsis compartida, nos viene bien. Muchos otros, con entusiasmo o con cierta ansiedad, intentan planificar lo que vendrá. Y por supuesto, tenemos el hit de los últimos años. Las redes sociales se invaden de mensajes que alimentan la nueva narrativa virtual de repasar el año contando las hazañas, el crecimiento y los logros, hermosamente editados, con filtros, lugares comunes y agradecimientos sospechosos. Cada uno ritualiza sus cierres de ciclo como puede.

Esos logros que nos ayudan a cambiar de posición en la vida, a reconectarnos con lo sagrado, a recuperar lo esencial, son difíciles de enumerar, no se pueden medir, y mucho menos fotografiar.

¿Y si lo que hemos logrado no se puede contar?

Si nos permitimos una profunda exhalación por el año que termina y nos damos un momento para mirarnos hacia dentro, podremos sentir la bendición y la fuerza. ¿Qué hemos sanado? ¿Qué resolvimos? ¿Qué descubrimos? Esos logros que nos ayudan a cambiar de posición en la vida, a reconectarnos con lo sagrado, a recuperar lo esencial, son difíciles de enumerar, no se pueden medir, y mucho menos fotografiar.

¿Con qué nos encontraríamos, si nos conectamos profundamente con nosotros mismos y buscamos un punto de síntesis en los aprendizajes de este tiempo sobre los que ya no hay vuelta atrás?

¿Qué logros emergerían con claridad si en vez de editar nuestras fotos en Instagram, hacemos foco en esas experiencias internas de liberación, de mejores decisiones, de coherencia y de mayor paz? ¿Y si en vez de mirar con cuánto esfuerzo nos ganamos la vida, pudiésemos darnos cuenta de la vida que ganamos cada vez que tomamos una decisión correcta?

Es tiempo de parar y pensar en los logros invisibles. (Foto: Adobe Stock)
Es tiempo de parar y pensar en los logros invisibles. (Foto: Adobe Stock)

Los verdaderos logros que no se pueden contar, ni contar

En los logros invisibles, hay una nueva fuerza que tomar.

Siempre me resisto a los balances de diciembre. Sé que a muchos de nosotros nos parecen superfluos y sin sentido. Medir si lo estamos haciendo bien bajo esos conceptos del viejo mundo resulta forzado, sin alma, aun para quienes esa cuenta mental nos da muy bien.

En este tiempo podemos hacer un movimiento de quietud y de introspección, un freno al ir y venir de “la locura de diciembre” y “necesito cerrar esto ya” para ofrecernos un espacio que nos permita exhalar, cerrar los ojos, detener los estímulos ensordecedores del afuera y hacer un repaso diferente del año que se termina.

¿Cuáles fueron los logros invisibles? ¿Cuáles fueron esas cosas que ganamos, que resolvimos que no se pueden contar? ¿Qué experiencias nos transformaron? ¿Qué iniciamos dentro de nosotros a favor de una mejor vida posible y de qué estamos seguros de que no hay vuelta atrás?

Estoy segura que si nos animamos a hacer estas preguntas emergerán muchas respuestas que no habíamos tenido la posibilidad de registrar. ¿Qué experiencias inesperadas pudimos resolver, sin saber cómo lo íbamos a lograr? ¿Qué recursos internos redescubrimos? ¿Qué fuerza interna se volvió alojar? ¿Qué viejas situaciones ya no nos duelen más? ¿Qué pesos innecesarios dejamos de sostener? ¿Qué culpa ya no nos atormenta? ¿Qué sentimiento de amor y de pertenencia, pudimos renovar?

¿A qué le dijimos que sí? ¿A que le dijimos ya no? ¿En dónde nuestra sola presencia pudo hacer una diferencia? ¿Con quiénes una palabra, un abrazo, una sonrisa compañera, nos reencontró y se convirtió en fuerza vital?

Siento menos el peso de la culpa cada vez que digo no puedo. Me animo más frecuentemente a pedir lo que necesito. Deje de pelear y de discutir por cosas que no me representan. Di menos explicaciones… Me retiré a tiempo. No intenté salvar a nadie. Guardé silencio. Me traté mejor. Esperé. Dejé de alimentar conversaciones que no me interesan.

Me puse en mi propia agenda. Duelé sueños que no van a suceder y mantuve el vacío interno lo más limpio posible para alojar lo que sé que vendrá. Confíe. Practiqué el discernimiento. Hoy siento que hay un verdadero logro ahí y que el logro mayor será sostenerlo. Dios dirá. Quizás sí puedo.

En los logros invisibles, hay una nueva fuerza que tomar. Estas son algunas de esas cosas que son difíciles de “contar” que me animo a compartir para quien quiera repasar las suyas.

¿Y si en lugar de una lista de deseos, este año hacemos una lista de agradecimiento?

“Agradecer nos ayuda a conectarnos con lo que está bien, con lo que tenemos y con lo que somos. Nos ofrece una posibilidad inigualable de honrar la larga travesía llena de desafíos que nos ha traído hasta acá, estemos donde estemos, y a quienes nos acompañan en ella, claro. Poder conectarnos con lo que está bien en nosotros y en nuestro entorno nos potencia para ir por más (o por menos) y para hacerlo mejor. Nos da un punto de partida, nos ofrece una certeza desde donde quizás podemos hacer pie, recupera nuestra fuerza, nos reivindica ante nosotros mismos y alivia”, escribía en este mismo espacio hace ya más de cinco años en una publicación que titulamos ” La lista de deseos vs. la lista de los agradecimientos”.

Siento la propuesta aún vigente y espero que todos encontremos muchas cosas para agradecer en este tiempo, sino y cada día.

Que así sea.

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