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CORRUPCION

CHACO NO VIBRA !!! Leandro Zdero pago 57 millones a un artista mientras que el Chaco se hunde en la pobreza

En los últimos días, la atención se ha centrado en el reciente evento cultural «Chaco Vibra», organizado por el gobierno provincial, que entre otros aspectos ha suscitado una considerable controversia debido al alto costo asociado a la contratación del famoso cantante Chaqueño Palavecino. Con más de 900 millones de pesos destinados a este festival, resulta alarmante poner de manifiesto el contraste entre la magnitud de la inversión pública y la realidad socioeconómica que vive la población chaqueña. En una provincia donde se estima que el 80% de la población vive en condiciones de pobreza, el derroche de recursos en eventos de esta índole plantea serias interrogantes sobre las prioridades gubernamentales y la ética del gasto público.

 

Para contextualizar esta situación, resulta crucial sopesar los montos involucrados en la contratación del artista. En julio, el gobierno provincial ya había desembolsado la considerable suma de 17 millones de pesos por la presentación del Chaqueño Palavecino en la Cabalgata de la Fe. Sin embargo, solo cuatro meses después, este mismo artista fue nuevamente contratado, pero esta vez por un monto que ascendió a poco más de 54 millones de pesos. Este aumento de honorarios, que representa un alarmante 213% respecto al pago anterior, es un claro indicador de la manera en que se gestionan las finanzas públicas en la provincia. La justificación proporcionada por el presidente del Instituto de Cultura, que menciona el financiamiento del Consejo Federal de Inversiones (CFI) por 250 millones de pesos, no hace más que evidenciar la falta de una estrategia clara para el uso adecuado de estos recursos, que deberían estar destinados a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.

La elevación vertiginosa de los costos asociados a la contratación de artistas populares debe ser analizada en el marco de la necesidad social y las condiciones de vida de la población chaqueña. El hecho de que una porción significativa del presupuesto provincial se destine a personajes del espectáculo frente a un panorama de pobreza y exclusión resulta, por lo menos, paradójico. Este disparatado gasto, en un contexto donde muchas familias se ven obligadas a elegir entre alimentos y servicios básicos, no solo deja al descubierto la desarticulación entre el sector artístico y la realidad cotidiana del chaqueño, sino que también plantea cuestionamientos sobre la responsabilidad social de los gobiernos provinciales.

Cabe destacar que, aunque la cultura y los eventos artísticos son parte integral del patrimonio y la identidad de una región, la forma en que se distribuyen los recursos destinados a estos eventos exige una revisión exhaustiva. El uso de fondos públicos, especialmente en una área tan sensible como lo es la cultura, debe ser guiado por principios de equidad y justicia social. Invertir en festivales y conciertos, sin considerar el estado crítico de bienestar de la población, refuerza la noción de que las decisiones gubernamentales a menudo se encuentran desconectadas de las necesidades de sus ciudadanos.

Adicionalmente, esta situación plantea interrogantes sobre la efectividad de las políticas culturales implementadas por el gobierno del Chaco. Si bien es importante promover la cultura y el arte, también es fundamental asegurarse de que tales iniciativas no se realicen a expensas de la calidad de vida de los ciudadanos. La administración de los recursos públicos debe priorizar el bienestar general y poner en el centro de las decisiones a las más de seis de cada diez personas en la provincia que subsisten en condiciones de vulnerabilidad.

En conclusión, el reciente gasto del gobierno chaqueño en el evento «Chaco Vibra» y en particular en la contratación del Chaqueño Palavecino pone de relieve una serie de dilemas éticos y prácticos en torno a la gestión del dinero público en un contexto de alta necesidad social. La notable disparidad entre el gasto en cultura y la falta de atención a las condiciones de pobreza que enfrenta la población supone un desafío para la administración pública. Los responsables deben preguntarse si este tipo de inversión responde realmente a un interés cultural genuino o si se trata, más bien, de una cortina de humo que distrae de los problemas socioeconómicos que afectan a una gran parte de la población chaqueña. En un momento donde la pobreza y la desigualdad son preocupaciones centrales, es imperativo que el gobierno revise sus prioridades y establezca un compromiso real con el bienestar de todos los ciudadanos, asegurando que cada peso invertido contribuya de manera efectiva a mejorar sus vidas.

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