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Leandro Zdero y su enfrentamiento con la oposición en Chaco

 

En el contexto político argentino, los discursos polarizadores y la utilización de estrategias mediáticas son herramientas cada vez más comunes entre los líderes políticos. Un ejemplo reciente de esta dinámica se encuentra en el comportamiento del gobernador de Chaco, Leandro Zdero, quien, al mejor estilo de Javier Milei, ha calificado a los diputados opositores como «enemigos del Chaco». Esta declaración, que evoca una retórica beligerante y la creación de un enemigo común, refleja no solo un estilo de liderazgo, sino también una estrategia deliberada para movilizar a su base de apoyo.

Leandro Zdero, quien asumió el cargo en medio de un clima político tenso, ha optado por una comunicación que busca deslegitimar a quienes critican su gestión. Al utilizar términos como «enemigos» para referirse a diputados de la oposición, Zdero no solo está atacando a adversarios políticos; también está apelando a la emotividad de los ciudadanos, tratando de consolidar su imagen como el verdadero defensor de los intereses de Chaco. Esta técnica, similar a la utilizada por Milei, busca crear una narrativa en la que la oposición se convierta en un obstáculo para el progreso y el bienestar de la provincia.

Otro aspecto significativo de este enfoque es el uso de los medios de comunicación. Zdero ha sido acusado de recurrir a «eschaches mediáticos», una estrategia que implica exponer públicamente a sus oponentes con el fin de desprestigiarlos. En este sentido, la relación entre el gobierno y los medios que reciben pautas millonarias se torna crucial. Muchos de estos medios, al recibir financiamiento estatal, pueden verse incentivados a promover una narrativa que beneficie al gobernador, silenciando o distorsionando las críticas de la oposición. Este fenómeno plantea preguntas sobre la independencia de los medios y su rol en la salud democrática de la provincia.

El uso de estrategias mediáticas agresivas puede tener consecuencias a largo plazo en la política de Chaco. Si bien puede generar aceptación inmediata entre los sectores más afines a Zdero, también puede alimentar un clima de polarización que impida el diálogo constructivo. La política, por naturaleza, debería favorecer la discusión y el intercambio de ideas, en lugar de dividir a la sociedad en pro y contra. La retórica bélica puede resultar eficaz en el corto plazo, pero a la larga puede dejar a la ciudadanía más fragmentada y menos dispuesta a colaborar en la búsqueda de soluciones a los problemas que enfrenta la provincia.

En conclusión, la estrategia comunicativa de Leandro Zdero, inspirada en el estilo de Javier Milei, pone de manifiesto las tensiones que caracterizan la política en Chaco. Al etiquetar a la oposición como «enemigos del Chaco» y recurrir a métodos mediáticos para socavar su legitimidad, Zdero parece estar más interesado en afianzar su poder que en construir un consenso amplio. La relación entre el gobierno y los medios de comunicación, además, plantea interrogantes sobre la salubridad del debate democrático en la región. Será fundamental que la ciudadanía esté atenta a estas dinámicas y exija un enfoque más inclusivo y dialogante en la política local, en beneficio del crecimiento y la cohesión social de Chaco.

 

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