“Cuando uno recorre el camino del héroe o el camino del despertar, en mi experiencia, logra su propósito si descubre su verdadera esencia y siente que tiene que mejorar su vida para poder contribuir a la vida de las otras personas. El ego quiere individualismo. El ser reconoce que tenemos una individualidad y que a la vez eres parte de toda la humanidad. Es por eso que el verdadero recorrido no puede hacerse desde el ego. Uno solo puede desplegar su verdadera grandeza, si le importan los demás”. Esta es una de las afirmaciones más bellas y contundentes que hizo el doctor Mario Alonso Puig en una conversación que tuve el privilegio de compartir con él, hace unos días.
Para muchos de nosotros no hace falta una gran presentación. El doctor Puig se dedica hace más de 30 años a acompañar a millones de personas en sus búsquedas de sentido y de desarrollo de su potencial para una mejor vida posible. No es simple sintetizar la vastedad de su trayectoria y su influencia en pocas líneas. Hace poco tiempo acaba de publicar El camino del despertar. Toda transformación comienza con uno mismo, (editorial Planeta).
Necesitamos regresar a la espiritualidad, reencontrarnos con ella de la forma en que nos sea posible y vivir desde ella.
Conversar con él fue una experiencia enriquecedora, nutritiva y de mucha paz. Desde hace mucho tiempo, él es consciente de cómo la palabra puede impactar en quien escucha. Con ese compromiso de cuidar los mensajes y la forma, comparte su sabiduría en conferencias, talleres, y encuentros en todo el mundo. Con el mismo compromiso mantuvo esta conversación entre dos.
– Profundizando en tu historia, sé que después de más de dos décadas de ejercer como médico y cirujano, empezaste a darte cuenta que podías ayudar aún a mas gente a través de la palabra…
– Era algo que yo sabía conceptualmente por mi estudio de la historia de la Medicina, pero esta idea se presentó en mi vida de forma muy concreta a través de mis propios pacientes. De forma sostenida, ellos empezaron a decirme que las conversaciones que tenían conmigo no sólo les ayudaba a hacer frente a sus enfermedades, a tener más confianza, más serenidad, y a atravesarlas con mejor ánimo, sino que además les estaba ayudando en otras facetas de su vida. Me preguntaban por qué no compartía esto más allá de las paredes del hospital y me animaban a hacerlo creyendo que había otras personas que no estaban enfermas pero que podían beneficiarse de mis palabras. A través de los años y de muchas experiencias me fueron dando evidencia concreta de algo que para mí era solo un concepto. Es por eso que empecé a investigar, a estudiar en profundidad los efectos del lenguaje, como las palabras realmente impactan y tienen el poder de transformar nuestra forma de ver las cosas.
– A lo largo de todas las escuchas de tus conferencias, en el podcast y en cientos de entrevistas, solés citar a personas muy relevantes para explicarle a miles de qué forma pueden usar todo ese saber en sus vidas y cómo ayudarlas a desarrollar su potencial. Estoy segura que tu palabra llega a los otros de formas impensadas porque habrás trabajado todo ello en tu interior y las puedes pronunciar desde otra consciencia.
– Sí. Es cierto que la palabra tiene un mayor o menor impacto, dependiendo de dónde surge. Cuando surge de un deseo auténtico de ayudar a otras personas, de inspirarlas para que descubran su verdadero potencial, llega a un lugar diferente. Cuando la palabra sale del corazón llega al corazón y para pueda salir del corazón tienes que haber experimentado eso que estás compartiendo. Si yo le digo a una persona, “tú tienes un extraordinario potencial” y yo no he experimentado en mí mismo la experiencia de un potencial que en un momento determinado empezó a emerger, el impacto es mucho menor.
Creo también que es necesario cuidar mucho el tono con el que uno dice las cosas y los silencios que hay tras las palabras. Cuando uno está hablando también se está dibujando en la mente de la persona que está escuchando un paisaje. Ese paisaje tiene que estar lleno de color y de posibilidades. Una conversación donde no haya silencios que inviten a la reflexión no suele producir una verdadera resonancia.
– En este sentido, también me siento obligada a preguntarte, qué reflexión te trae el hecho de que haya ahora tantas personas hablando y malversando este término de “Despertar”
– Por supuesto. Vamos a suponer que yo fuera el único cirujano general del aparato digestivo en un determinado país. Me alegraría de que hubiera más cirujanos generales y del aparato digestivo en ese país. Si hay más cirujanos generales del aparato digestivo, se puede llegar a más personas que necesiten una intervención quirúrgica. Si hay gente que con una verdadera intención de servir y de ayudar que están hablando de temas de los que yo llevo hablando durante años, siento que es un motivo de celebración. Estamos en un mundo muy necesitado de un poquito de inspiración, de perspectiva y de luz. Sin embargo, desde mi punto de vista, en estos tiempos también hay demasiadas personas que no lo hacen de forma rigurosa ni con la verdadera intención de ayudar a los demás. En ocasiones escucho cosas que me hacen decir, “¡madre mía!, espero que nadie se crea esto”. Sólo por citar un ejemplo, podríamos pensar en toda esa gente que les dice a otros que si uno quiere una Ferrari roja o una casa en la playa, lo único que tienes que hacer es desearlo intensamente porque el universo se lo dará. Creen que el Universo es su mayordomo y que existe para cumplir esos deseos. Estos mensajes son muy peligrosos. El universo es algo de tal grandeza que es inconcebible que alguien pueda pensar que está al servicio de estas cosas. ¿Cómo podríamos ser tan arrogantes, para creer esto? Estas ideas hacen mucho daño porque pretenden hacerle creer a las personas que lo único que tienen que hacer es desear algo.
Es cierto que muchos de nuestros sueños y anhelos más profundos muchas veces se cumplen y encuentran su cauce para hacerse realidad, pero para que eso suceda en general necesitamos una determinación, un compromiso, perseverancia, paciencia. Podemos ponernos en marcha para cumplir aquello que soñamos pero por el sólo hecho de soñarlas no van a hacerse realidad.
Te voy a hablar de mi experiencia, de lo que estudiado y de lo que he visto en otras personas. El camino del despertar nos hace experimentar alegría, gozo, confianza, amor. Lo que nos ofrece es lo opuesto al sufrimiento. Sin embargo, es verdad que en el camino al despertar tenemos que estar dispuesto a experimentar ese sufrimiento. No digo que vaya a suceder pero cuando nos sentimos así podemos hacernos esta pregunta ¿De dónde viene este sufrimiento?
Voy a poner un ejemplo. Todos sabemos que las serpientes en un momento tienen que cambiar la piel. Esa piel es el ego. Sufrimos cuando tenemos que soltar esa piel porque estamos demasiado pegados a ella. Quien está sufriendo, no somos nosotros, es nuestro ego, pero como nos hemos identificado con el ego, su sufrimiento lo hacemos nuestro.
– También es preocupante la forma imperativa en la que se dan esos mensajes. Las recetas, las promesas de una vida mejor siguiendo fórmulas tergiversadas y romantizando estos procesos. Sin embargo, las personas como vos, que están dedicadas hace tanto tiempo a acompañar desde otra posición, hablan con humildad y con mucha consciencia de que lo que comparten son solo una posibilidad para las otras personas.
– Sí, esto es una reflexión de gran calado. Podemos ayudar y acompañar a otras personas que están comprometidas con su desarrollo para vivir con verdadera plenitud pero para eso es necesario considerar que no podemos dar consejos, sólo podemos hacer propuestas. Podemos mostrar un mapa con lo que nos ha servido, con nuestra experiencia para manejarnos en ciertos territorios, pero como se dice en lingüística aplicada, el mapa no es el territorio. Cada uno tiene que recorrer su propio camino. Los mapas ayudan pero en ese tránsito que el otro recorre a su manera, a su propia forma es donde va descubriendo los obstáculos,los desafíos, los terrenos pantanosos. En estas experiencias es donde necesitamos perseverar, descubrir de qué estamos hechos y así nos vamos transformando, mejoramos nuestro carácter, adquirimos confianza. Nos vamos abriendo a un espacio de posibilidad, nos permitimos empezar a pensarnos fuera de la caja, y a salirnos del mundo familiar.
En ocasiones, hay personas que transmiten el mensaje de que esto es algo muy fácil de hacer y no es así, pero bien lo vale. Tampoco son procesos lineales. Eso es lo propio del hemisferio izquierdo del cerebro que necesita medir, establecer causas y consecuencias y preveer resultados determinados, tiempos y procesos. Uno no puede entrar en estos en estos viajes queriéndolo controlar todo. Muchas veces no se trata de un hacer, sino de un dejarse hacer.
– La verdadera influencia es la presencia
– Cierta vez, un periodista me preguntó cuál era la estrategia que yo había diseñado para llegar donde estaba. Pues ninguna. A veces en lugar de hacer hay que dejarse hacer. Hay una inteligencia mucho más despierta, muy superior a mi lógica y a mi razón y ella es la que me va llevando a los lugares en donde puedo crecer como persona y en dónde puedo ayudar más. Y esto sucede siempre y cuando yo sea razonablemente dócil.
La filosofía taoísta que existe desde hace 25 siglos tiene un concepto que a mí me ha llevado bastante tiempo entenderlo: Wu Wei, que quiere decir hacer sin hacer. Hacer sin fricciones, sin que todo sea un esfuerzo descomunal. Que todo sea un fluir y una acción alienada con otras fuerzas. De esta forma es en que uno está en presencia y esa presencia también define el nivel de influencia. Hay personas cuya sola presencia ya tiene un impacto. ¿Por qué? Porque es la forma en la que están están siendo en ese momento.
Llegará un momento en el que entenderemos formas de influencia como intercambios energéticos que ahora no tenemos tecnología para probar. Podremos entendernos a nosotros, tal como decía Nikola Tesla en términos de energía y frecuencia.
– ¿Cuál creés que es tu mensaje más importante para este tiempo de incertidumbre y de transformación acelerada que estamos viviendo?
– Hay dos mensajes muy sencillos que son los que intento transmitir donde voy. Necesitamos regresar a la espiritualidad, reencontrarnos con ella de la forma en que nos sea posible y vivir desde ella. Algunas personas lo hacen meditando, en contacto con la naturaleza con la que estamos profundamente hermanados. Otras, ayudando a los demás en momentos de necesidad. Practicar y vivir en la espiritualidad es fundamental.
El segundo mensaje que más necesito compartir en estos tiempos es que tenemos que recuperar nuestro amor al ser humano. Nuestra sociedad se ha deshumanizado de una manera extraordinaria. Vemos a los demás como medios o como obstáculos para conseguir lo que nosotros queremos. No los vemos como personas, sino como objetos que nos ayudan o nos perjudican. La asignatura más importante que necesitamos aprender es la capacidad de amar sin exigencias, sin condiciones. Incluso desde la biología sabemos el impacto que tiene la benevolencia a nivel psicológico, fisiológico y en nuestros genes.
Necesitamos juzgarnos menos, tratarnos con respeto, con ternura, con más amabilidad. Poder modificar esto nos ayudaría a niveles increíbles.”
Que así sea.