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Bienestar

Autorrespeto: un cambio de conducta que puede transformar mucho de nosotros

Cuando lo practicamos, algo nuevo se abre en nuestro interior. Nos permite reconfigurar los espacios y así sostenernos mejor.

“¿Te diste cuenta de que cuando dejás de estar tan disponible, algunas personas te respetan más?“. Un colega me sorprendió con esta pregunta. Me quedé en silencio. Quería decirle que sí, porque lo que él planteaba era cierto, sin embargo, le respondí algo diferente: “Sí, en realidad, de lo que me di cuenta es de que cuando dejo de estar tan disponible me respeto más a mí misma y eso es lo que me hace sentir mejor”. Había ahí un punto de giro. Lo que hagan “los demás” en referencia a nosotros siempre tendrá impacto, pero cuando nos enfocamos demasiado en eso, perdemos el registro propio. Las verdades que descubrimos hacia nuestro interior son más duraderas que aquello que buscamos solucionar en el afuera. El respeto de las personas sobre nosotros es necesario, pero sin autorrespeto, nada de eso adquirirá un real sentido.

Practicar el autorrespeto es fundamental para empezar a crear una vida mejor. Estoy segura. El último tiempo, una convergencia de circunstancias me obligaron a hacer este viraje y a enfocarme de una nueva forma. La sumatoria de pequeñas faltas de límites me impusieron un límite más grande. Se repite siempre. Aquello que no podés terminar de aprender por las buenas, lo terminas aprendiendo “por las malas”.

Poner los propios límites es autorrespeto. (Foto: Adobe Stock)
Poner los propios límites es autorrespeto. (Foto: Adobe Stock)

De a poco muchos de nosotros empezamos a tomar real dimensión de como todo se reacomoda cuando modificamos algunas conductas. Quienes crecimos y fuimos educados bajo el paradigma de la hiperproductividad, del esfuerzo, de la postergación de lo propio y de la insuficiencia, tenemos mucho que desaprender. Esos anclajes nos llevaron al fracaso en ciertas áreas de nuestra vida. Sin saber como ni por qué empezamos a sentirnos desvitalizados, apáticos, sin fuerza. Para recuperarnos, intentamos hacer más y mejor cuando en realidad deberíamos probar hacer menos y diferente. Pero, ¿qué es lo que tenemos que cambiar?

No es una hazaña, es una falta de respeto

“No es una hazaña, es una falta de respeto”, hace unos años, publicaba una nota sobre este tema. Ya me había hecho muchas preguntas al respecto, pero modificar las creencias más arraigadas en nosotros no resulta tan fácil. Necesitamos ir reacomodando parte por parte de nuestro andamiaje interno para, que algunos espacios tomen una forma distinta y nos hagamos un verdadero nuevo lugar. Este proceso necesita de tiempo, amorosidad y compromiso. Entonces, de a poco algo se redimensiona, se hace carne en nosotros, nos habita, se plasma y nos reorganiza.

A lo largo de las décadas, tomamos decisiones que dañaron partes internas de nosotros, las empequeñecieron, las dejaron invisibilizadas. Aunque el contexto no colabora demasiado para que podamos salir de ciertas dinámicas, cuando logramos modificar conductas y patrones limitantes, aquello que emerge tiene una potencia inesperada.

No poner los propios límites produce angustia (Foto: Adobe Stock)
No poner los propios límites produce angustia (Foto: Adobe Stock)

El autorrespeto empieza a suceder cuando podemos cuestionar lo que por mucho tiempo creímos que era “hacer lo correcto”. Hemos pagado con nuestra propia energía vital y con salud física y emocional los excesos que cometimos cuando hacíamos las cosas mal, aún convencidos de que las estábamos haciendo bien. .

¿Cuánto de nosotros postergamos por correr detrás de metas de otras personas, por sus urgencias y por sus exigencias inalcanzables? ¿Cuánta vida postergamos por ser funcionales a dinámicas y a valores que nada no tenían que ver con nosotros?

Para quienes no somos convocados en lo absoluto con uno de los nuevos imperativos de moda que grita “fortalecé tu autoestima”, recuperar el autorrespeto puede ser un camino más amable, más nutritivo e íntegro para sentirnos mejor.

Autoextractivismo: aprender a amarnos de verdad

Hace casi un año, compartí unos párrafos en una nota llamada “Autoextractivismo, aprender a amarnos de verdad”. En ella, reproducía unas ideas que había publicado la sabia Juli Dalzotto. Su descripción del autoextractivismo era muy potente y nos ayudaba a tomar conciencia sobre el estado de defasaje que a veces tenemos sobre nosotros mismos.

“Vaciarnos de nuestros propios recursos, de nuestra sabiduría, del propio pulso que acompasa el de la tierra. Secarnos, hasta desvitalizarnos. Callarnos, hasta ahogarnos. Sobrecargarnos, hasta rompernos. Maltratarnos, castigarnos en silencio. Ceder nuestra energía vital. Endurecernos, para ser fuertes, poderosos, nunca débiles ni frágiles.

Caímos otra vez en la trampa capitalista productivista patriarcal. No disponer ni de una hora para nosotros, pero sí contar con 24 horas del día para los demás, para las tareas y las demandas… porque así nos van a valorar, más cerca de la muerte que de la vida.

Quería dejar(me) este recordatorio, para cada vez que intento entrar en el loop productivista frenética y flagelo a mi ‘yo’ más blandita y receptiva que viaja por otros tiempos mientras me fundo con la naturaleza que me rodea.” Juli Dalzotto, más conocida como @loba_somos

¿Qué nos da autorrespeto? ¿Los límites puestos a tiempo y a las personas correctas? ¿Los “ahora no puedo”? ¿Los no quiero? ¿Los sí coherentes? ¿Los sí a quienes son recíprocos con nosotros? ¿Los, sí, por supuesto, a las circunstancias en donde verdaderamente nos necesitan? ¿Los no de protección?¿Los sí de corazón.?

¿Con quiénes compartimos la vida? ¿De qué conversaciones estamos siendo parte? ¿Qué emociones alimentamos en esos intercambios? El miedo, la duda y el resentimiento? La esperanza, la aceptación y la potencia? ¿Las emociones que abren, nutre y acompañan o en las que castigan, juzgan y nos empequeñecen?

Todos podemos crear las propias preguntas que nos permitan enfrentarnos con la verdad de nosotros mismos y podemos darnos el permiso de ensayar y contrastarnos con nuevas respuestas hasta que encontremos las correctas.

Cuando damos un paso hacia nuestra propia coherencia y volvemos a sentir autorrespeto, nos volvemos personas más íntegras y con real fortaleza interior. Es sólo así cuando podremos colaborar con los otros de una forma más equilibrada y honesta.

Que así sea.

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