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SE DESPIDIÓ LA FIESTA NACIONAL DEL CHAMAMÉ 2024 Una explosiva bailanta inició el camino hacia el avío del alma

El anfiteatro se llenó de colores y miles de parejas cubrieron de baile todo el predio. Una maratón musical a cargo de seis grupos le dio un marco especial a la despedida de la edición «Grito de identidad». Destacada participación del Ballet Oficial.

Con un auténtico «Grito de identidad», con sobrada alegría y tradición se despidió la 33° Fiesta Nacional del Chamamé con una propuesta artística destacada, la gran bailanta chamamecera. Previo al anuncio del lema 2025 «Chamamé, avío del alma», seis conjuntos desplegaron una artillería de canciones y el anfiteatro se convirtió en una colosal bailanta.

 

En un juego conceptual muy bien logrado, con un cuadro lleno de colores y perfectamente sincronizado, el último grito de identidad no podía estar lejos del chamamé maceta (movido, al ritmo del galope tropero) y de la danza que se multiplicó en la última jornada dejando una postal campesina del anfiteatro Cocomarola.

 

Luego de la destacada actuación de Las Chamameceras (ver página 10), los locutores dieron la bienvenida a la gran bailanta para despedir con un gran sapukái al grito de identidad, y así, alrededor del escenario comenzó a poblarse de parejas, la mayoría con vestimenta tradicional. «Este es el auténtico chamamé», expresó un músico del grupo José Aquino y sus Reyes y comenzó a trinar el acordeón con el tema «Litoral de mi gente».

 

El ambiente se hizo festivo y muchos bailarines, en su mayoría jóvenes, esperaron cada noche la oportunidad de escuchar un intenso chamamé para despuntar el vicio de la danza.

 

«Vinimos a bailar, nos gusta el estilo romántico, pero nos apasiona más el chamamé tarragosero, cuanto más intenso, más nos gusta», expresó Valeria que junto a su compañero José, ambos de la agrupación Litoral Ballet, tomaron posición sobre una de las pistas laterales para disfrutar de la propuesta.

 

Con la intervención del recitador Ulises Gómez de San Luis del Palmar, otra de las sorpresas fue la presencia de «Vicky» Sánchez, que apareció en la pasarela del escenario sola con su acordeón, una intervención que disfrutó el Cocomarola.

 

Otro de los momentos esperados fue la presencia del reconocido grupo Los Matuá Mercedeños, que desplegaron un repertorio más romántico, de esos que enamoran en las bailantas puebleras. La propuesta tuvo un dinamismo destacado y con la excelente intervención del Ballet Oficial, este cuadro permitió que se disfrutara de los grupos sin pausa alguna, algo que agradó mucho al público.

 

Otro de los grupos esperados fue el curuzucuateño Matías Barbás, quien trajo su particular estilo al escenario del Sosa Cordero.

 

De esta manera, Barbás recorrió parte de su trayectoria musical con el acompañamiento de destacados músicos.

 

A esta altura, la edición se apagaba, pero la fiesta aún no y el alto nivel de espectáculo para esta hora de la noche puso el chamamé a los pies del público y por momentos dio la sensación de que nadie quedó sin bailar. Para mantener la llama encendida y el espíritu chamamecero bien alto, una nueva intervención de «Vicky» Sánchez no permitió que nadie volviera a sus asientos y se mantuvo las parejas bailando, todo esto para que lo aprovechara el conjunto Tono Benítez y Los Criollos de Corrientes. El grupo desplegó todo su potencial bailantero para que siga la fiesta y las sonrisas en la gente. Claramente, en cada uno de estos conjuntos, el sapukái fue, junto con la danza, la expresión más efusiva y frecuente.

 

Había que poner una pausa al acalorado momento y en un buen atino de la organización, esa desaceleración se logró con Los Ángeles Románticos. El grupo tuvo un invitado especial, el formoseño Hernán Arias, que compartió dos temas, el último en la pasarela del escenario, custodiado por una cortina de bailarines del Ballet Oficial, que taparon la visual de fondo para el armado del próximo grupo sin perder el tiempo.

 

Previa actuación de «Vicky» Sánchez y el recitado de «Uli» Gómez, que se despidieron con un «enganchadito», llegó un peso pesado de las bailantas: Los Güepa Che. Los músicos sacudieron el anfiteatro y de punta a punta el predio se llenó de bailarines que en la última edición recibió a unas 10 mil personas. Fue una propuesta animada, alegre y contundente, un final que despide el lema «Grito de identidad» con una claridad conceptual muy interesante.

 

 

Amandayé, el último sapukái

 

Con todas las emociones a flor de piel, la gran nación chamamecera despidió otro año más de alegría y tradición con la celebración de la 33° Fiesta Nacional del Chamamé, que para la organización logró un balance positivo.

 

El punto final de la edición quedó en manos del destacado grupo Amandayé, que lo aprovechó al máximo para celebrar sus 25 años de trayectoria con una de sus mejores presentaciones en este escenario. Durante una hora, la presentación del grupo integrado por Hugo Scófano, Pedro del Prado y Alejandro «Piri» Aráoz, con Julián Scófano en bajo y Agustín Monzón en acordeón, contó con la conducción exclusiva de Marcelo Gómez Brown.

 

El grupo inició su «cumpleaños» con una introducción musical del tema «Santo Ara», para que de inmediato interpretaran «Qué tristeza cuando no estás». La nostalgia inició el camino del recuerdo y en canciones repasaron la historia de Amandayé, que nació en la sala Adolfo Mors, allá por 1999.

 

El grupo tuvo con el acompañamiento de una impresionante banda de músicos (incluido vientos y coro), hojearon en melodías la historia de «Marily» Morales Segovia, autora de la letra «La luna de abril».

 

«Pena y olvido», «Si a pesar de mi» y adelantándose sobre el escenario, a la zona de la pasarela, Scófano, Aráos y Del Prado soltaron la dulce canción de «Romance de piel morena» para hechizar al público.

 

De a poco esta celebración cumpleañera fue tomando color y para ello eligieron canciones como «Fiesta dorada» y la máxima emoción de cada año con la interpretación de la maravillosa obra de Teresa Parodi y Mateo Villalba: «Cielo de Mantilla». De esta manera, comenzaron a decir «gracias» al público por el acompañamiento de estos 25 años de Amandayé, que dejó para el final una hermosa versión de «El río vuelve» y «Gumercindo».

 

Y con el fin de la Fiesta Nacional del Chamamé, inicia la época de carnaval y, como es habitual, Amandayé trajo el brillo de esta celebración para la despedida, además de su espectáculo. El sonido de los tambores inició el tema «Pombero» acompañado de la presencia de comparseras que coparon el escenario y le dieron su particular brillo carnestolendo. El público los acompañó, celebró y hasta armaron trencitos entre los bancos del anfiteatro para la gran despedida de Amandayé y de la Fiesta Nacional del Chamamé.

 

Merecido reconocimiento a Eduardo Sívori

 

 

Uno de los momentos más emotivos de la noche fue la sorpresiva distinción al director de la Fiesta Nacional del Chamamé, Eduardo Sívori, por sus 20 años al frente de la organización de esta celebración.

 

Uno de los pilares fundamentales de la realización y el notorio crecimiento de esta celebración es Sívori, que comenzó a estar al frente de la organización en 2003 (un año no se celebró por la pandemia). Desde entonces, la Fiesta Guazú comenzó a tomar otra dimensión, no solo por la destacada puesta escénica sino también por su mirada conceptual de esta celebración que sigue creciendo año a año.

 

Las Chamameceras trajeron el recuerdo de Julián Zini

 

Luego de 10 noches de pura música y danza correntina, la 33° Fiesta Nacional del Chamamé, 19° Fiesta del MERCOSUR y 3° Celebración Mundial, llegó a su fin en la madrugada de este lunes. Con el último grito de identidad, una de las presentaciones destacadas de la noche fue Las Chamameceras, proyecto integrado por «Rosita» Leiva y Esperanza Cáceres.

 

La excompañera de grupo del padre Julián Zini inició el recorrido musical con la obra «Antonio Gil». Luego continuaron desplegando emociones con «Soy el chamamé» y la recordada canción «La negra Ulogia», de Teresa Parodi.

 

En homenaje a los Héroes de Malvinas, llegó con la emblemática obra de Zini: «Los Ramones», con versos que desgarran el corazón del pueblo chamamecero. Acompañadas de destacados músicos, el bandoneón las abrazó y ambas repartieron sentimientos en cada una de las canciones. El público disfrutó mucho de este momento, con canciones que reflejan la auténtica identidad, como «Qué triste y qué lindo», canción de despedida.

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