Una de las crisis que se espera para los próximos meses es la del endeudamiento de las familias, un proceso que tuvo su pico en los últimos dos años de Mauricio Macri, el último tramo de Alberto y se aceleró durante el frenético primer mes de Milei.
La decisión de planchar los salarios y permitir su licuación a través de la inflación descontrolada hizo que la población apelara a las tarjetas de crédito la compra de alimentos u otros producto de consumo popular.
El 60 por ciento de la compra con tarjeta en las carnicerías, revelado el Presidente del Instituto de Estudio de Consumo Masivo Miguel Calvete en una reciente entrevista, televisiva es un ejemplo de eso.
El aumento del pago mínimo de la tarjeta por la falta de dinero y la eliminación de los topes de cobro de intereses que estableció el gobierno son una bomba explosiva en el bolsillo del asalariado.
La disparada del pago del mínimo de la tarjeta, abre la puerta a otro endeudamiento con sectores usureros como financieras que ofrecen tasas mucho más altas a cambio de regularizar la situación y hasta en algunos casos llega en menos de organizaciones vinculadas con el narcotráfico y el crimen organizado.
Esto recuerda a la previa del estallido social en Chile en donde el 70 por ciento de los ingresos estaban embargados en cuotas para financiar la tarjeta. En ese momento de 2019, había en Chile 9,5 millones de tarjetas de crédito con deudas provenientes de ventas atadas de seguros, firma a ciegas de contratos, cobros abusivos y tráfico de información desde las AFP, según publicó la investigación de la serie «Los abusos de la banca», coordinado por OjoPúblico que revisa las prácticas del sistema financiero en América Latina.
Este reporte plantea que el 8 de octubre de 2019, diez días antes del inicio del estallido social de Chile, el Banco Central publicó una cifra alarmante: el endeudamiento de los hogares chilenos alcanzó un récord histórico, llegando al 74,3% del ingreso disponible anual.
El 18 de octubre la burbuja reventó y armó la bomba letal de una crisis que puso el elevado costo de la vida, los bajos salarios y el endeudamiento de 11 millones de personas mantienen deudas financieras y de ellas 4,6 millones morosos.
En ese marco, el diputado nacional de Unión por la Patria Daniel Arroyo elaboró un proyecto de fomento del crédito no bancario para el trabajo y la producción con el objetivo de desendeudar a las familias mediante la implementación de «políticas públicas masivas e integrales de inclusión financiera y de microcrédito social».
Arroyo explicó a LPO que «Argentina tiene dos problemas centrales: el sobreendeudamiento de las familias y aumento de los precios de los alimentos. El fenómeno que está creciendo es el del sobreendeudamiento que arranca con alguien que paga el mínimo de la tarjeta y lo patea para adelante, después va a una financiera y termina con un narco que tiene billete. Ese circuito termina con 500 por ciento de interés anual».
El ex ministro de Desarrollo Social de Alberto sostuvo que «el DNU plantea que aquel que no llega a pagar el mínimo, el banco le puede cobrar la tasa interés que quiera. El piso es más alto y terminás con intereses más altos. El estado se esta retirando de un lugar que tiene regular».
«Las familias se endeudan porque no les alcanza para comprar alimentos, cuando empiezan las clases con la compra de útiles o sistemáticamente porque tienen costo altos que tienen 500 por ciento de interés anual, arrancan menos diez y le queda largo el mes», agregó el dirigente que consideró que «los conflictos fuertes de América Latina vienen por este lado».
La propuesta de Arroyo es parecida a la que adoptó Brasil. Luego de un proceso similar durante la gestión de la economía del ministro de Bolsonaro, Paulo Guedes, Lula decidió implementar un tope a los intereses y punitorios de las tarjetas de crédito para reducir el endeudamiento de las familias que para 2023 registraron una morosidad de 461 por ciento.
La medida se inscribe en el programa «Desenrola» («Desatando») que permitió a más a 11 millones de personas renegociar en hasta 95% pequeñas deudas con las entidades bancarias, una de las principales promesas de campaña de Lula para los sectores medios y bajos.
En el caso de Argentina, Arroyo señaló que «así como se blanquea a los que tienen capitales afuera, los dólares debajo del colchón o aquellos que se pretenden que hagan inversiones, hay que generar un blanqueo para los que deben 100, 150 mil o 200 mil pesos, es decir, deudas bancarias y no bancarias de niveles muy bajos para gente que la pagó varias veces».
«Lula estableció un sistema que el que debe hasta determinada cantidad de reales no puede más el doble. Hay que diseñar un criterio de ese tipo, de limpiar y resolver el problema de las familias que sufren la inflación y tienen los salarios congelados», puntualizó
Daniel Arroyo detalló que «hay tres factores que fomentan el sobreendeudamento: la proliferación de sistemas de tarjetas no bancarias en el conurbano y los centros urbanos que originalmente tenían que ver con comprar algún electrodoméstico, luego se convirtieron en negocios financieros y ahora se volvieron tarjetas no bancarias». Segundo, continuó el diputado, «hoy se toman créditos clickeando y eso es gravísimo. Lo tercero es que se ha extendido el sistema de créditos de modo tal que el campeonato de fútbol de la AFA tiene nombre de una financiera y gran parte de los clubes del conurbano tiene propuestas de crédito en las camisetas».
«El fenómeno es que la guita no alcanza y hay un problema social grave. Además tenés una oferta sostenida y permanente de crédito que te dan la posibilidad o la idea de que podes conseguir plata…gente que no tiene plata creen que puede conseguirla fácil. Yo propongo un sistema de créditos no bancarios con tope y reglas básicas hasta 200 o 250 mil pesos y que no tengas que devolver 5 veces más. Eso es mas que usura, no tiene ninguna racionalidad», afirmó.
Para Arroyo «hay una relación directa entre el secar bancario y no bancario. Si el banco te cobra mucho, la financiera te cobra mucho, la gente va de lo formal a lo informal y está fenómeno del recrédito. Entonces, si regulas la tasa de interés bancaria pones un freno a donde empieza, si desregulas todo liberas todo».
Por último, el diputado peronista alerta que «el núcleo de endeudamiento argentino no es la educación o las pensiones como en Chile sino los alimentos y los cotos fijos (alquiler, medicamentos, expensas, escuela, etc)».
«El riesgo es de implosión social, es decir, la gente revienta por adentro y hace que la violencia vaya de 0 a 100, gente que se pelea en la calle o en un partido de futbol, y el que tiene billete es el que vende droga y se transforma en actor que da creído y presta asistencia social», concluyó.
