Leo Cifelli no pudo terminar su primer mes como secretario de Cultura sin subordinaciones y ya debió salir a mostrar músculo político para mantenerse en un gabinete en el que las renuncias son más comunes que las designaciones.
El funcionario quedó en el ojo de la tormenta por la ley ómnibus que le desguazó toda el área sin que él se enterara. El proyecto que envió Javier Milei al Congreso incluye la eliminación del Instituto del Teatro y del Fondo Nacional de las Artes.
Además de las marchas que ya se están organizando, Cifelli quedó en offside porque había designado recientemente a Javier Torre, hijo de Leopoldo Torre Nilson, al frente del Fondo Nacional de las Artes, que desaparecerá si se aprueba la ley. El secretario de Cultura también recibe reclamos del mundo del cine, en pánico por la intervención del Incaa que se hará efectiva la semana que viene, como anticipó LPO en exclusiva.
Pero el conflicto más grotesco de Cifelli sucedió en Tecnópolis. Cifelli es productor de Drácula, que volvió este año al Luna Park para las funciones de despedida. El intendente del Luna Park es Paulo Gracia, a quien Cifelli quiso poner al frente de Tecnópolis. Pero le dio una orden que desató un escándalo: que avisara a los empleados que el predio ya no se usaría para muestras de ciencia sino para fiestas electrónicas.
Gracia se fue de Tecnópolis ovacionado por los empleados que permanecen de la gestión anterior cuando dijo que no se iba a prestar a destruir la esencia de Tecnópolis.
«Parece mentira que haya que andar aclarando que Tecnópolis es por tecnología y no por música tecno», dijeron a este medio desde el grupo de sobrevivientes del predio de San Martín.
En medio del tembladeral, renunció el jefe de gabinete de la secretaría, Ignacio Lupi, el mismo día en que echaron a 700 empleados del área para cumplir con el decreto 84 de Milei contra los contratados durante 2023. Cifelli se subió al avión con Milei rumbo a Mar del Plata, para ver la obra de Fátima Florez y aferrarse a la figura presidencial.