Emmanuel Macron encendió una mecha. Tras aprobar por decreto la polémica e impopular reforma jubilatoria, el presidente francés causó un fuerte rechazo entre los sindicatos y estudiantes que este jueves llamaron a “bloquear” el país.
Miles de personas se movilizaron en forma espontánea en la simbólica plaza de la Concordia, en París, después de que Macron activó un procedimiento parlamentario (el artículo 49.3 de la Constitución), que le permitió aprobar la reforma sin el voto de los diputados.
La nueva movilización organizada tras la aprobación de la reforma se realizó bajo la consigna de “bloquear el país” con la meta de tumbar al actual Ejecutivo. De hecho, varios sectores de la oposición anunciaron que presentarán mociones de censura con ese mismo propósito.
Trabajadores y estudiantes se unen en la protesta contra la reforma previsional
Dos marchas, una sindical que partía de las inmediaciones de la Asamblea Nacional y otra estudiantil desde la icónica Universidad de Sorbona, convergieron de manera espontánea en la Concordia, famosa por albergar un imponente obelisco traído del templo egipcio de Luxor.
“Usando el 49.3 dejamos de ser una democracia, nos han impuesto la reforma, una reforma que no quiere ni el pueblo ni la Asamblea. Estamos en una situación muy inquietante”, dijo a EFE Lilian, un asistente administrativo de 43 años.
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La reforma, entre otras cosas, aumenta la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años.
La mayoría de los manifestantes centró su indignación en la aplicación del artículo 49.3, un resorte legal contemplado en la Constitución francesa y usado en numerosas ocasiones por diferentes gobiernos. La norma permite pasar un proyecto de ley sin el voto en la Asamblea.
El proyecto de reforma jubilatoria había sido aprobado este jueves por el Senado, pero quedó estancado en Diputados, por lo que Macron echó mano a este polémico artículo constitucional para aprobar su proyecto.
Manifestantes piden rescatar el espíritu de “Los chalecos amarillos”
Entre cánticos rescatados de la época de los “chalecos amarillos”, la revuelta popular iniciada por campesinos a finales de 2018 que puso en jaque a Macron, sindicalistas y estudiantes se mostraron determinados a continuar con la presión en las calles el tiempo que haga falta.
Entre los manifestantes, había jubilados como Éric, de 63 años y quien protestó en París “en solidaridad” con las generaciones venideras.
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“Creo que este es el momento de bloquear el país, algo que deberíamos haber hecho antes. Los sindicatos han convocado una jornada de protesta detrás de otra. Ahora está demostrado que eso ya no funciona”, dijo.
Los gremios vienen realizando periódicas jornadas de huelga y movilizaciones para oponerse a la reforma. Incluso algunos sectores mantienen paros indefinidos, como el de los recolectores de basura, que llevan 11 días de medidas de fuerza. No obstante, el país en ningún momento quedó paralizado.
Si el endurecimiento de las huelgas está por verse, la oposición a Macron en la Asamblea ya ha enseñado sus armas. Tanto la ultraderecha de Marine Le Pen como la izquierda adelantaron que presentarán en breve respectivas mociones de censura para intentar tumbar al Gobierno de la primera ministra, Élisabeth Borne.
